viernes, febrero 22

Work no more

Ayer fue mi último día de trabajo en la biblioteca. Puedo decir que no pudo terminar de una mejor manera. Bien pero bien freak. Como siempre.
Una de las cosas que más me asombró fue lo buena onda que era la gente. Aunque claro, no faltaba el amargado que ni siquiera saludaba ni se despedía. Pero eran los menos. La mayoría siempre entraba, te miraba y lanzaba un fuerte y modulado "hola".
Reconozco que al principio me costaba ser educada. Yo no ando de la vida diciendo "Hola, buenas tardes, qué desea". Soy más bien pesada al entablar ese tipo de relaciones vendedor/cliente. Tampoco soy de esas personas que putea y pide hablar con el gerente, pero me carga el meloseo cínico que algunas disfrutan. No sé si me explico.

El asunto es que con el tiempo fui aprendiendo a ser robot, jajaja. Y no es chiste. Era como un acto reflejo; "Hasta luego, muchas gracias" o "Gracias a usted, que le vaya bien". Ojalá se me quite luego, porque ahora que lo pienso bien, es un poco musho tanta amabilidad. En fin. Creo tener un asunto no superado con los modales de la sociedad.
Otra de las cosas que me llamó la atención fue que la gente era demasiado -y algunas veces ridiculmente- honrada.
Ayer, por ejemplo, un tipo llevó 3 películas. Por reglas de la biblioteca, 1 ítem prestado es gratis, y por cada uno agregado se paga 500 pesos. Y claro, como yo soy señorada volada, se me olvidó cobrarle la luca. Pasan como 15 minutos, lo veo entrar y me dice con cara de angustía: se me olvidó pagarte los mil pesos, sorry. Y yo ehm, ah verdad, gracias!
Mientras hacía la boleta pensaba: que honrado el tipo. Cuando se fue volví a pensar: igual un poco huevoncito.

Voy a echar de menos reponer la estantería y cada día hacerlo más rápido. Pasar tardes enteras poniendole el seguro a los libros. Descubrir los nombres y apellidos más extraños. Sicopatear a la gente que me parecía conocida (esto incluye revisar dirección, e-mail, e historial de libros que ha pedido). Reirme cuando los niños me llamaban "señorita" o, lo que es peor, "tía". Sapear por las cámaras de seguridad a la gente que se ponía melosa en los pasillos, o las manías de quienes veían películas en la sala de exposiciones. Y el sueldo, por supuesto.

Estuve rodeada de libros, revistas y películas por dos meses. El trabajo soñado.

3 Comments:

Anónimo said...

la dura que trabajo soñado.

. said...

Nunca te robaste un libro para mí, y tanto que te lo pedí. Y se me olvidó decirte que le mandaras un saludo al mariconcito (ya sabes tú quién, aunque no debería decirle más así) con tu compañero de mesón.
Adiós, señorita. Bah, perdón: adiós, tía.

coni said...

que lindo el trabajo!

creo que sere bibliotecaria