Aro aro aro

- No es para nada cool decir, a esta edad, que uno se va a la casa de un primo con toda la familia a celebrar el diesiocho. Menos hacerlo con agrado y hasta emocionarse por aquello.
Tampoco la lleva no emborracharse con chicha y estar a las 3 de la mañana cantando en karaoke canciones de Chayanne, con un vaso de limón soda en la mano y picoteando una que otra galleta tritón sabor naranja.

Pero así es la vida mía. Rodeada de gajardos, leones, saldañas, peragallos y carrascos.

No somos bacanes como los Sopranos ni nos decimos te quiero cada cinco minutos como esas familias que salen en los programas del bicentenario en canal 13. Nos abrazamos tanto como nos pelamos, y nos reímos tanto como nos tiramos pesadeces al almuerzo.
Sin embargo no hay algo que me divierta más que despertar, salir al living y encontrarlos a todos con su peor cara invitandome a tomar desayuno.

Javi, Cami y sho en el findesemana diseoshero del Olivar Bajo.